Era de noche.
Me encontraba en mi habitación preparándome para ir a trabajar. Cuando hube terminado de vestirme, me miré al espejo por última vez. Me aseguré de que el maquillaje había tapado todas las “imperfecciones” de mi cara, porque sino, no cumplía el estereotipo de “mujer perfecta”; que era imprescindible para mi empresa. Odiaba mi trabajo, pero no podía dejarlo. ¿Qué iba a hacer una inmigrante como yo, que no tiene estudios y que apenas sabe hablar español? Vine a España para huir de Argelia, mi país natal, donde no había ni dinero ni comida, pensando que conseguiría una vida mejor; pero no fue así.
0 Comentarios
|
ArchivosCategorías |